Uno de sus socios, José Luis Bayer, ya había rediseñado el logotipo el año 2001 cuando era director creativo de la agencia IMAX, por lo tanto conocía perfectamente el rubro y la marca. En aquel entonces la imagen se había resuelto con una estilización de la paloma mensajera. Si bien esa imagen expresó en su momento lo que era la marca (percibida hasta entonces como monoproducto) también era percibida con baja recordación, de baja tecnología y muy poca cercanía. Se necesitaba entonces un gran cambio que mostraba una cara renovada de Correos y era necesario dotarla de más cercanía, empatía y calidez, manteniendo sus atributos de seriedad y servicio intactos.
Se creó entonces una imagen reinterpretando nuevamente a la paloma mensajera, pero con más dinamismo y colorido, reflejando sus servicios a través de una iconografía simple y directa; potenciando el color rojo como marca y dotándola de movimiento. Se redujo también la palabra Chile para convertir su nombre en casi un genérico. El trabajo de la agencia fue en 360 grados, desde el logotipo, la papelería, los uniformes, los móviles, cenefas, comunicación interna hasta plasmar el espíritu de la nueva imagen en un brandbook y manual corporativo.
Gracias a este cambio, Correos se proyectó como una marca con posibilidades globales en el mundo de los correos y couriers internacionales. La marca fue modificada en administraciones posteriores donde volvió a integrarse la palabra Chile y donde se simplificó perdiendo de alguna manera el colorido y la potencia de aquella imagen generada en esos años.
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