Para Procorp, entonces todavía llamada Proyectos Corporativos, éste fue uno de los encargos emblemáticos que consolidó a la oficina en el mercado. Más allá de la envergadura del cliente, el reto mayor consistía en reflejar a través de la nueva identidad el salto cualitativo que significaba la transformación de una empresa pública en ente privado. Para lograrlo la imagen jugo con la construcción de un logotipo en que la sigla da lugar a la interacción visual de diversos nodos a través de la forma y el color.

La propuesta creó una alternativa vanguardista que supo capturar el espíritu de los tiempos, abocándose Procorp luego, a implementarla en las innumerables aplicaciones que requería una empresa del tamaño de CTC. Los diversos elementos diseñados abarcaron desde las boletas para los usuarios y los vehículos de mantención y emergencia, hasta el uniforme del equipo de ciclismo de la compañía y el interiorismo de las oficinas comerciales de su futura filial, CTC Celular.